domingo, 6 de julio de 2025

Religión y ciencia IV

En política, durante los siglos XX en transición al XXI, en cuanto que el término transición se refiere a los cambios de régimen, es decir, al paso de un tipo de régimen a otro. Usualmente alude a la disolución de un régimen autocrático para dar paso a otro democrático. Aunque en un sentido más general también designa los cambios en dirección opuesta. Dado que la realidad precede a la teoría, los intentos de la ciencia política por comprender las transiciones a la democracia proliferaron con el declive de la Guerra Fría. El progresivo desmoronamiento de la Unión Soviética desencadenó una serie de cambios que facilitaron el desmontaje de muchas dictaduras y los consiguientes tránsitos a la democracia.

Sin embargo, el siglo XXI parece caracterizarse por el predominio de nuevas realidades políticas. Evidentemente siguen existiendo las autocracias, y sigue habiendo cambios de régimen político. Pero existen nuevos elementos y dinámicas que parecen afectar el desarrollo de las transiciones. ¿En qué consisten estos nuevos factores y cómo afectan los procesos de cambio político? ¿Cómo ha envejecido la teoría de las transiciones de finales del siglo XX en medio del contexto actual?

Ya los pensadores de la Grecia clásica se dieron cuenta de que todas las formas de gobierno tienden a corromperse y declinar, sucediéndose unas a otras de forma presuntamente cíclica. Platón, Aristóteles, Polibio y otros célebres pensadores convinieron en que el declive dependía de cuán sólidas fueran las bases del régimen político y, sobre todo, de la corrupción de los gobernantes. Incluso los regímenes mejor constituidos en sus orígenes declinarán si quienes llevan las riendas del Estado se apartan del ejercicio virtuoso del poder.

Sin embargo, a quienes habitualmente se reserva hoy el título de transitólogos es a los científicos sociales que estudiaron la Tercera Ola Democratizadora. Fue el proceso por el que decenas de países transitaron a la democracia, principalmente, entre 1973 y 1993. Juan Linz, Guillermo O’Donnell, Adam Przeworski, Alfred Stepan, Samuel Huntington, Robert Dahl, entre otros, produjeron estudios emblemáticos para la comprensión de las transiciones a la democracia que tuvieron lugar en la Península Ibérica, Filipinas, América Latina y Europa del Este durante la segunda mitad del siglo XX.

La revolución científica de los siglos XX y XXI se caracteriza por la aceleración sin precedentes de los descubrimientos científicos y tecnológicos, con un impacto profundo en la sociedad y la economía global. Este período ha visto avances en física (relatividad, mecánica cuántica), biología (genética, biotecnología) y otras disciplinas, transformando la forma en que entendemos el mundo y cómo interactuamos con él. La revolución científica del siglo XX se distingue por la rápida aplicación de la investigación científica a la tecnología y la industria, impulsando una nueva realidad socioeconómica marcada por la información, el consumo y la globalización.

Avances Clave:

Física: La teoría de la relatividad de Einstein y la mecánica cuántica revolucionaron la física y la comprensión del universo.

Biología y Medicina: Descubrimientos en genética, biotecnología y la expansión del conocimiento sobre el cuerpo humano han llevado a avances significativos en salud y medicina.

Informática: La creación de las computadoras y el desarrollo de internet han transformado la comunicación, el acceso a la información y la economía.

Ciencias Ambientales: La comprensión del impacto humano en el medio ambiente ha llevado a una mayor atención a la sostenibilidad y la protección del planeta.

Impacto en la Sociedad y la Economía:
Globalización: La revolución científica ha facilitado la globalización, conectando economías, culturas y personas a través de fronteras.

Sociedad de la Información: El acceso a la información y la comunicación a través de tecnologías digitales han creado una sociedad más informada y conectada.

Nuevas formas de trabajo: La automatización y la tecnología han transformado el mercado laboral, generando nuevas oportunidades y desafíos.

Consumo y Producción: La revolución científica ha impulsado el crecimiento económico y el consumismo, pero también ha generado preocupaciones sobre el impacto ambiental y la sostenibilidad.

La revolución científica del siglo XX y XXI continúa en curso, con nuevos descubrimientos y tecnologías (Inteligencia artificial, sobre todo) que están remodelando constantemente nuestro mundo.

La revolución científica de los siglos XX y XXI, marcada por grandes avances tecnológicos y descubrimientos, ha tenido una relación compleja con la Iglesia Católica (iglesia con más fieles en el mundo), aunque no siempre de oposición. Inicialmente, hubo conflictos con la Iglesia, especialmente con teorías como el heliocentrismo, que desafiaban las interpretaciones tradicionales de las Escrituras. Sin embargo, a lo largo del tiempo, la Iglesia también ha reconocido la importancia de la ciencia y ha tenido científicos católicos destacados, incluso fundando instituciones para su estudio. A medida que la ciencia avanzaba, la Iglesia ha ido adaptándose y reconociendo la importancia de la investigación científica
  • Numerosos científicos católicos han realizado contribuciones significativas en campos como la física, química, biología, medicina y astronomía. Algunos de ellos han sido reconocidos por la Iglesia por su labor y virtudes, como Giuseppe Moscati y Ramón Margalef. En la actualidad, la Iglesia promueve el diálogo entre ciencia y fe, reconociendo que ambas pueden enriquecerse mutuamente. Se enfatiza la importancia de la investigación científica para comprender el mundo y mejorar la condición humana, siempre desde una perspectiva ética y respetuosa con los valores religiosos.
Estos derechos son fundamentales para garantizar la dignidad y el bienestar de todas las personas, y su respeto es un deber de todos. El cumplimiento de estos derechos contribuye a la paz, la justicia y la libertad en el mundo.

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Religión y ciencia III

El 10 de agosto, al preparar la rendición general de Japón, la División de Operaciones del Departamento de Guerra de Estados Unidos eligió el paralelo 38° como límite de la defensa del país. El día 15 de agosto se publicó la rendición. Stalin admitió la rendición de Japón y no dijo nada sobre la división de Corea. Los estadounidenses tomaron este acto como una aceptación de la misma.​

El norte, que comenzaría a industrializarse y a simpatizar con los soviéticos, formó el Estado socialista de Corea del Norte el 9 de septiembre de 1948. La URSS reconoció a su gabinete como único legal para toda la península. Mientras, al sur, había nacido Corea del Sur, capitalista, el 15 de agosto del mismo año, entonces la parte más pobre de la península. La ONU organizó sus elecciones. En 1945 el 93% de la industria del acero y el 86% de la química estaban en Corea del Norte, mientras que el Sur funcionaba prácticamente sólo como proveedor de alimentos.

La división desembocó en 1950 en la guerra de Corea, que comenzó por la invasión del norte sobre el sur. Esta guerra acentuó las diferencias entre EE. UU. y la URSS y condujo indirectamente a la regeneración económica de Japón. La Guerra de Corea fue un conflicto que enfrentó a Corea del Norte y Corea del Sur, con sus respectivos aliados, entre 1950 y 1953. Marcó el primer gran conflicto de la Guerra Fría, donde Corea del Norte, apoyada por la Unión Soviética y China, buscaba la reunificación de la península bajo un gobierno comunista, mientras que Corea del Sur, respaldada por Estados Unidos y las Naciones Unidas, luchaba por mantener su independencia y sistema capitalista.

La guerra terminó con un armisticio firmado el 27 de julio de 1953, que estableció una zona desmilitarizada a lo largo del paralelo 38, dejando a Corea dividida hasta la actualidad.

La guerra dejó un saldo de millones de muertos y heridos, además de una profunda división en la península coreana y un legado de tensión que persiste hasta hoy.

A pesar de que el conflicto terminó con un armisticio, técnicamente, Corea del Norte y Corea del Sur siguen en guerra, ya que nunca se firmó un tratado de paz.

La Guerra de Vietnam fue un conflicto armado librado entre 1955 y 1975 en Indochina, que enfrentó a Vietnam del Norte y sus aliados, incluyendo al Viet Cong, contra Vietnam del Sur y su principal aliado, Estados Unidos, en el contexto de la Guerra Fría

Causas:
División de Vietnam: Tras la derrota francesa en Indochina, el país se dividió en dos estados: Vietnam del Norte, bajo un régimen comunista liderado por Ho Chi Minh, y Vietnam del Sur, apoyado por Estados Unidos y otras potencias occidentales.

Guerra Fría: La disputa se enmarcó en la Guerra Fría, donde Estados Unidos y la Unión Soviética se enfrentaban indirectamente en diferentes conflictos, y Vietnam se convirtió en un escenario clave de la confrontación.

Ideología: La expansión del comunismo en el sureste asiático preocupaba a Estados Unidos, que buscaba contenerlo en la región. Vietnam del Sur, por su parte, se consideraba un aliado estratégico en la región.

La guerra generó una profunda división en la sociedad estadounidense, con fuertes movimientos pacifistas que se oponían a la intervención en Vietnam.

Tras años de conflicto, se firmaron los Acuerdos de París en 1973, que contemplaban la retirada de las tropas estadounidenses, pero la guerra civil continuó.

En 1975, las fuerzas comunistas capturaron Saigón, la capital de Vietnam del Sur, marcando el fin de la guerra y la reunificación de Vietnam bajo el régimen comunista.

En España, la Guerra Civil Española fue un conflicto bélico que enfrentó a españoles entre 1936 y 1939. De un lado, el bando republicano, que defendía la Segunda República, y del otro, el bando sublevado o nacional, liderado por Francisco Franco, que buscaba derrocar al gobierno republicano. El conflicto resultó en la victoria de los nacionalistas y el establecimiento de una dictadura franquista.

Causas:
La Guerra Civil Española tuvo sus raíces en una profunda inestabilidad política y social en España durante la Segunda República. Factores como la polarización política, las tensiones sociales, las desigualdades económicas, y la lucha entre diferentes ideologías (republicanismo, nacionalismo, socialismo, anarquismo, etc.) crearon un ambiente propicio para el conflicto.

Desarrollo:
El golpe de Estado del 17 y 18 de julio de 1936, liderado por militares contra el gobierno republicano, marcó el inicio de la guerra. La contienda se desarrolló en tres frentes principales: el norte, el centro y el sur, con batallas importantes como las de Madrid, Teruel, Brunete, Jarama y el Ebro. Ambos bandos recibieron apoyo internacional: la Unión Soviética y las Brigadas Internacionales apoyaron a la República, mientras que Alemania e Italia apoyaron a los nacionalistas.

Consecuencias:
La victoria de los nacionalistas significó el fin de la República y el comienzo de la dictadura franquista, que duró hasta la muerte de Franco en 1975. La guerra dejó a España dividida y marcada por la represión y la persecución política. Se calcula que murieron cientos de miles de personas, entre soldados y civiles, y miles más fueron exiliados o desaparecidos. La guerra también tuvo un impacto devastador en la economía y la infraestructura del país, y dejó heridas profundas en la sociedad española.

Al final del siglo, se produjo un proceso de integración europea con la creación de la Unión Europea, buscando superar las divisiones y conflictos del pasado.

La Unión Europea (UE) se creó principalmente para fomentar la paz y la cooperación económica tras la Segunda Guerra Mundial, evitando futuros conflictos en el continente. Inicialmente, se estableció la Comunidad Económica Europea (CEE) en 1957, con seis países fundadores: Alemania, Bélgica, Francia, Italia, Luxemburgo y Países Bajos. El nombre "Unión Europea" se adoptó formalmente en 1993 con el Tratado de Maastricht.

La devastación y el sufrimiento causado por la guerra impulsaron la necesidad de una cooperación más estrecha entre los países europeos.

Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA): En 1951, se creó la CECA, sentando las bases para la cooperación en sectores clave.

Tratado de Roma (1957): Se establecieron la Comunidad Económica Europea (CEE) y la Comunidad Europea de la Energía Atómica (EURATOM), ampliando el alcance de la cooperación.

Tratado de Maastricht (1992): Este tratado formalizó la Unión Europea y estableció los pilares para la moneda única, la política exterior y de seguridad, y la cooperación en justicia y asuntos de interior.

Ampliaciones: A lo largo de los años, la UE ha experimentado varias ampliaciones, incorporando nuevos Estados miembros, como España y Portugal en 1986. 

La UE se creó para asegurar la paz y la estabilidad en Europa, evitando conflictos futuros.

Cooperación económica: Fomentar la cooperación económica entre los países miembros, creando un mercado único y facilitando el comercio.

Valores comunes: Compartir valores como la democracia, los derechos humanos y el estado de derecho.

Desarrollo sostenible: Promover el desarrollo sostenible y la protección del medio ambiente.

Los 27 países que formas la UE a día de hoy son: Bélgica, Bulgaria, Chequia, Dinamarca, Alemania, Estonia, Irlanda, Grecia, España, Francia, Croacia, Italia, Chipre, Letonia, Lituania, Luxemburgo, Hungría, Malta, Países Bajos, Austria, Polonia, Portugal, Rumanía, Eslovenia, Eslovaquia, Finlandia y Suecia.

Después de escribir de los conflictos armados en el siglo XX, decir que el conflicto árabe-israelí se refiere a los conflictos armados entre Israel y sus vecinos árabes, en particular en lo referente al conflicto israelí-palestino.

Su definición, historia y posibles soluciones son materia de permanente debate y los problemas que incluye varían con el tiempo. Hoy en día, las principales cuestiones son la soberanía sobre la Franja de Gaza y Cisjordania, el estatus de la parte oriental de Jerusalén, de los Altos del Golán y de las Granjas de Shebaa, el destino de los asentamientos israelíes y de los refugiados palestinos, el reconocimiento de Israel y Palestina como Estados independientes, el derecho de ambos a existir y vivir en paz al abrigo de amenazas y actos de fuerza, así como la relación de Israel con Siria y el Líbano.

Durante más de quince siglos, el pueblo judío vivió dividido en varios países del mundo (lejos de Israel), especialmente en Europa, en lo que se conoce como la diáspora judía. La convivencia de estos con el resto de europeos no siempre fue fácil, y las persecuciones y pogromos, especialmente en la Europa Oriental a finales del siglo XIX, fueron determinantes para la aparición y auge del sionismo político, que reclamaba un Estado propio para todas las comunidades judías dispersas por el mundo. Los sionistas culturales subrayaban la importancia que tenía convertir a Palestina en un centro para el crecimiento espiritual y cultural del pueblo judío. En la época en la que se fundó el sionismo, Palestina formaba parte del Imperio otomano y estaba habitada por árabes cristianos y musulmanes en su gran mayoría, así como por una pequeña comunidad de judíos religiosos que, aunque minoritaria, tenía una implantación significativa en la ciudad de Jerusalén y en sus alrededores.

En el año 1914, el Imperio otomano decidió entrar en la Primera Guerra Mundial de lado de las potencias centrales y el gobierno británico empezó a ver al movimiento sionista como un posible aliado en una guerra que parecía desarrollarse mal para los aliados. De manera paralela, agentes británicos como T. E. Lawrence alentaron rebeliones árabes contra el dominio otomano en Oriente Próximo bajo la promesa de futuros Estados independientes árabes. Hacia 1917, David Lloyd George y Arthur Balfour, primer ministro y secretario de exteriores respectivamente, buscaban alianzas que pudieran mejorar el curso de la guerra. Se consideró entonces que los judíos podrían ser doblemente útiles, ayudando a sostener el frente oriental y estimulando el esfuerzo bélico estadounidense.

Fue así como se produjo el 2 de noviembre de 1917 la Declaración Balfour, por la que el Reino Unido se declaraba favorable a los planes sionistas de creación de un hogar nacional judío en Palestina. La victoria aliada y el hundimiento del Imperio otomano dejaría al gobierno británico con el control de Palestina en los siguientes treinta años, adoptando la forma oficial de Mandato de la recientemente creada Sociedad de Naciones.​

La inmigración judía se canalizaba a través de la Organización Sionista Mundial, cuya figura principal era Jaim Weizmann, y vinculada con la Agencia Judía para Palestina, que ejercía como un gobierno para los judíos de Palestina, comprando tierra y construyendo escuelas, hospitales y asentamientos. La principal figura de la organización hacia la mitad de los años treinta era David Ben Gurión. La filosofía de Ben Gurión y sus colegas era la de construir Sion forjando una nación judía, es decir, asentar las bases para la futura creación de un Estado judío en Palestina. Los árabes no poseían instituciones similares a las que los judíos estaban desarrollando, debido al feudalismo que aún existía y que permitía a los clanes más poderosos dominar a la mayoría de la población, destacando los continuos enfrentamientos entre los Husseinis y Nashashibis.

Palestina estuvo relativamente tranquila entre 1922 y 1928, momento en que se desató la violencia en forma de enfrentamientos entre árabes y judíos y entre los propios árabes en la Barrera Oeste de Jerusalén. En agosto de 1929 estos enfrentamientos se saldaron con la matanza de Hebrón, de Safed y de otras comunidades judías palestinas en 1929.

En febrero de 1931, el primer ministro británico Ramsay MacDonald escribió a Weizmann indicándole que su gobierno no tenía intención de prohibir la inmigración judía, debido principalmente a que la situación en Palestina parecía haberse calmado nuevamente. Sin embargo, esta calma relativa no duraría mucho tiempo: el desarrollo político europeo cambiaría por completo el conflicto árabe-israelí. El 30 de enero de 1933, Adolf Hitler llegó al poder en Alemania y en marzo ya había asegurado su dictadura.

El incremento del antisemitismo en Alemania y Rumanía hizo que un gran número de judíos se marchara de Europa, teniendo a Palestina como única opción debido a las restricciones migratorias de los Estados Unidos. En 1936, la población judía se había incrementado hasta los 370 483 sobre una población total de 1 336 518. La reacción árabe contra lo que ellos consideraban una transformación desagradable del país fue la Revuelta Árabe, que empezó el 15 de abril de 1936 con el asesinato de un judío cerca de Nablús. La escala de la revuelta dio lugar a un despliegue importante de fuerzas británicas, así como a la simpatía oficial de estas hacia la Haganá, la fuerza defensiva de la Agencia Judía.

La Comisión Real Palestina, bajo mando de Lord Peel, fue encomendada con la labor de investigar las causas subyacentes de los disturbios. Se llegó a la conclusión de que existían en Palestina dos culturas claramente diferenciadas: una árabe de origen asiático y una judía de origen europeo. Considerando que dos culturas tan contrastadas no llegarían a convivir en un solo Estado, Coupland propuso como única solución la partición en dos Estados distintos.

Hacia finales de 1937 los británicos empezaron a abandonar su apoyo a la idea del hogar judío y a la partición del Mandato, puesto que buscaban asegurarse la simpatía árabe en la situación prebélica que preludiaba la Segunda Guerra Mundial. Una nueva declaración, conocida como Libro Blanco, fue patrocinada por Malcolm MacDonald, ministro británico de Colonias, lo que supuso un giro completo de la política británica en Palestina y el fin del compromiso con los judíos iniciado dos décadas antes mediante la Declaración Balfour. El Libro Blanco fue publicado semanas antes del comienzo de la Segunda Guerra Mundial y establecía que en el plazo de diez años Palestina se convertiría en un solo Estado independiente gobernado en común por árabes y judíos.

El impedimento por parte de las autoridades británicas de la inmigración judía hacia Palestina (como puso de relieve el caso del barco SS Struma) confirmó la creencia judía de que la protección podía ser alcanzada únicamente mediante la construcción de un Estado donde los judíos pudieran controlar su propio destino, motivo por el cual la Haganá empezó a comprar y a fabricar armas.

En febrero de 1944, el Irgún, dirigido por un joven judío polaco, Menahem Begin, proclamó que los británicos habían traicionado al pueblo judío y declaró la guerra al Mandato. El Lehi había sido creado por otro judío polaco, Abraham Stern, cuyo rencor hacia los británicos hizo que simpatizara con los propios alemanes. El 6 de noviembre de 1944, sus miembros asesinaron a Lord Moyne, el ministro británico en Oriente Próximo. Este hecho provocó la antipatía de Winston Churchill, amigo cercano de Moyne, quien había planeado desarrollar el Estado judío justo después de la guerra.​

En aquel tiempo, gran parte de Oriente Próximo estaba bajo control del Reino Unido, que tenía intereses en el Golfo Pérsico y bases aéreas en Irak. De los Estados limítrofes con Palestina, Líbano y Siria habían sido liberados del Mandato francés en 1943 y 1946 respectivamente. Egipto mantenía relaciones importantes con los británicos debido al tratado de 1936, cuyo elemento más importante era la zona del Canal de Suez. Transjordania se independizaría en 1946, pero siguió estrechamente vinculada a Gran Bretaña. En un momento que se iba a demostrar histórico para los árabes palestinos, estos carecían de las necesarias estructuras políticas y de mando, incapaces de copiar la bien organizada estructura política de los judíos con la Agencia Judía. La represión británica de la revuelta de 1936-1939 había causado la muerte, el encarcelamiento o el exilio de la mayor parte de los líderes arabopalestinos, la incautación de importantes cantidades de armas y una sensación general de hastío bélico entre la población civil.

El presidente estadounidense, Harry S. Truman, tenía cierta simpatía por la causa judía pero, en la práctica, Truman solamente dirigió su atención hacia Palestina después de un intento fallido de persuadir al Congreso de que permitiese a un gran número de judíos establecerse en los Estados Unidos. El 31 de agosto de 1946 pidió formalmente al gobierno británico que emitiese 100 000 certificados de inmigración, señalando que «ningún otro problema es tan importante para quienes han conocido los horrores de los campos de concentración». La respuesta británica fue negativa, señalando que en los campos europeos había muchas víctimas de Hitler y que los judíos no debían ponerse a la cabeza de la lista. El tono de la contestación británica mostraba hasta qué punto la actitud británica se había alejado de la simpatía prosionista de 1944, y se abría así el camino para la lucha de los judíos contra los británicos en el mandato de Palestina, cuyo atentado más famoso fue contra el cuartel general británico, alojado en el Hotel Rey David de Jerusalén, que causó 91 muertos y que, a la larga, condujo a los británicos fuera de Palestina y allanó el camino para la creación del Estado judío.

El 29 de noviembre de 1947, tras múltiples disputas diplomáticas, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó el Plan de Partición de Palestina en dos Estados, uno árabe y otro judío, ni compactos ni homogéneos, divididos en tres respectivas porciones apenas unidas entre sí. El estado judío supondría un 55 % del territorio del Mandato (14 100 km²), incluido el desierto del Néguev, y su población estaría formada por 500 000 judíos y 400 000 árabes palestinos. En ese momento, los judíos solo poseían el 7 % de las tierras de Palestina. El estado árabe palestino tendría el 44 % del territorio del Mandato (11 500 km²) y una minoría de unos 10 000 judíos. Jerusalén y su área circundante, incluida Belén, conformarían un corpus separatum de 700 km² bajo la administración del Consejo de Administración Fiduciaria de las Naciones Unidas. Además, este plan preveía la retirada del ejército británico del Mandato antes de agosto de 1948 y la fijación de las fronteras entre los dos Estados y en la propia Jerusalén.

Los judíos aceptaron el Plan propuesto, a pesar de no estar de acuerdo con los términos de un reparto que hacía indefendible y poco viable el territorio asignado, pero los árabes lo rechazaron de plano. El Alto Comité Árabe (el organismo de la dirigencia árabe-palestina) calificó de "absurdos, impracticables e injustos", tanto el reparto como la propuesta federal y, viendo perdido el terreno diplomático, amenazaron con la guerra para defender la Palestina árabe. En cualquier caso, por aquel entonces ya se estaba desarrollando una guerra civil en Palestina que consistió principalmente en ataques terroristas primero y en movimientos militares un tiempo después.

Los distintos ataques terroristas de grupos judíos como el Lehi, el Irgún o la propia Haganá fueron propiciando un éxodo de la población árabe de Palestina a zonas que consideraban más seguras. A mediados de enero de 1948, los ataques de los diversos grupos judíos habían empujado a una quinta parte de la población de Jaffa (unas 15 000 personas) a huir a otros lugares. A finales de enero, se calcula que unos 20 000 árabes palestinos habían abandonado sus hogares en Haifa. El conflicto continuó hasta 1949.​

Entre los principales enfrentamientos bélicos del conflicto se incluye la Primera Guerra Árabe-israelí (1948-1949), la Guerra de los Seis Días (1967) y la Segunda Guerra Árabe-israelí (1973). Con fin de estos enfrentamientos surge un conflicto entre Líbano e Israel, debido a numerosas y sangrientas incursiones militares israelíes contra grupos armados palestinos y Hezbolá.

En 1978, Israel ocupó parte del territorio libanés en la operación Litani, asentándose en una franja situada al sur del río del mismo nombre. Más de 1000 civiles murieron en la contienda. Ese mismo año, el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó sendas resoluciones en las que instaba a Israel a abandonar los territorios ocupados y creaba una fuerza provisional internacional con el fin de confirmar esa retirada y garantizar el restablecimiento de la paz.

En junio de 1978, las fuerzas israelíes se retiraron del Líbano, exceptuando lo que Israel denominó «zona de seguridad». En esta región, los israelíes han contado con la ayuda de una milicia cristiana libanesa, el Ejército del Sur del Líbano (ESL), al que proporcionan instrucción militar y ayuda económica.

Durante el verano de 1982, Israel puso en marcha nuevamente una gran ofensiva contra el país vecino. En esta ocasión se hizo con el control de Beirut, que fue sitiada y bombardeada durante dos meses, hasta que las fuerzas de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) aceptaron salir de la ciudad. La operación militar recibió el nombre de 'Paz para Galilea'.

Las relaciones entre las distintas milicias libanesas se han caracterizado a menudo por la rivalidad, lo que ha provocado diversos enfrentamientos armados. La Liga Árabe puso fin a estos ataques con la firma del Acuerdo de Taif en 1989.

Por su parte, el Gobierno libanés decretó el desarme de todos los grupos armados del país, con excepción de Hezbolá, que desmanteló su estructura en Beirut, pero la mantuvo en el sur del Líbano para continuar su conflicto con Israel. Desde 1981, los combates en el sur del Líbano habían involucrado a Hezbolá y a las fuerzas israelíes y del ESL.

El 25 de julio de 1983, tras el asesinato de siete soldados israelíes, Tel Aviv puso en marcha la operación Rendición de Cuentas (la 'guerra de los Siete Días' desde la óptica panarábica), en la que el sur del país sufrió la mayor ofensiva militar. Los combates acabaron al llegar las partes contendientes, con la mediación de Estados Unidos, a un acuerdo por el que se estipulaba que los combatientes de Hezbolá no atacarían el norte de Israel y que los israelíes no atacarían a personas o blancos civiles en el Líbano.​

Sin embargo, este acuerdo no acabó con los combates, trasladados a la 'zona de seguridad' y al norte de Israel.

Las hostilidades acabaron con un nuevo acuerdo, con disposiciones relativas a la protección de los civiles. Para supervisar su aplicación se creó un Grupo de Vigilancia formado por Estados Unidos, Francia, Siria, Líbano e Israel.

La tensión entre los dos países se recrudeció por la decisión de los libaneses de hacerse con parte del caudal del agua de uno de los afluentes del río Jordán. Israel calificó de «intolerable» la postura y amenazó con el uso de la fuerza para evitarlo.

Desde entonces, el clima de tensión y desencuentro ha sido constante en la zona. Tanto Israel como el Líbano contribuyen a alimentarlo con ocasionales escarceos en territorio enemigo y veladas amenazas contra la integridad del país contendiente.

En resumen, el conflicto israelí-palestino es el conflicto social y armado en curso entre israelíes y palestinos por el control de la región histórica de Palestina, que se remonta a principios del siglo XX. ​ El conflicto, de gran envergadura, se enmarca asimismo dentro del conflicto árabe-israelí.

Con el texto Religión y ciencia, explicamos como surge la religión, en donde distintas deidades de carácter superior, asociados con la astronomía y la naturaleza, con la presencia, según culturas en el tiempo y el espacio del mundo,  de una deidad suprema o no. Con estas creencias, surge la religión hebrea, con la necesidad de creer en un Dios único, sus profetas, los ángeles (podrían compararse con las deidades de otras creencias) y con una trascendencia esencial en ese momento que marca las confesiones cristianas y musulmanas porque se apoyan en textos donde se expresan normas de conducta y relaciones humanas y unas leyes que definen la naturaleza natural de las mismas y atendiendo a sus excesos y transgresiones se acaba infligiendo errores llamados pecados.

Explicábamos que era un pueblo que buscaba un asentamiento propio donde vivir en paz y desarrollarse libremente. Hoy en día la lucha por el territorio y con motivo de las diferencias culturales y religiosas de sus pueblos vecinos, los conflictos se suceden y trascienden cualquier idea política que pueda ayudar a encontrar acuerdos y paz entre los distintos pueblos, para apoyarse en el odio y en cualquier disputa pasada para germinar un conflicto armado que dura ya mucho tiempo y causa ideas encontradas entre las gentes de todo el planeta. 

El siglo XX fue un período marcado por conflictos bélicos significativos que transformaron el curso de la historia.Guerras Mundiales: La Primera (1914-1918) y la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) fueron las más devastadoras, con un alto número de muertes y un impacto global.

Guerra Civil Rusa: Otro conflicto importante que tuvo lugar durante este siglo, que también resultó en un gran número de víctimas.

Guerra de los Balcanes: En la década de 1990, este conflicto involucró a varios países de la región y fue un ejemplo de las tensiones étnicas que surgieron tras la desintegración de Yugoslavia.

Impacto Ambiental: Las guerras del siglo XX no solo causaron destrucción humana, sino que también tuvieron un impacto ambiental significativo, alterando el entorno en el que se libraron.

Estos conflictos y la revolución rusa, el enfrentamiento capitalismo-comunismo con la presencia de un término intermedio que se define en el término socialdemocracia ó las políticas democristianas reflejan la complejidad y la brutalidad de los hechos de guerra en el siglo XX, un período que dejó una huella indeleble en la historia de la humanidad.

Religión y ciencia II

El Concordato de 1801 entre la Francia napoleónica y el Papado supuso la reconciliación, después de los intensos conflictos de la época revolucionaria. Aún así, el papado siguió resistiéndose a los cambios revolucionarios en Europa y al triunfo del liberalismo, la libertad de pensamiento y la separación entre el Estado y la Iglesia. Esa sería la postura de Roma durante el siglo XIX, aunque con León XIII hubo importantes cambios en relación con la posición de la Iglesia hacia los nuevos tiempos.

El liberalismo se define como una actitud que, en lo social, propugna la libertad y la tolerancia en la vida de una sociedad. Es además una doctrina política que postula la libertad individual y social en lo político y la iniciativa privada en lo económico y cultural, limitando en estos terrenos la intervención del Estado y de los poderes públicos.

En el año 1846 fue elegido papa Pío IX. Los católicos más aperturistas aplaudieron esta elección porque el nuevo pontífice parecía reformista y no se había significado especialmente contra el liberalismo. Aún así, defendió la soberanía de los Estados Pontificios frente al proceso de unificación italiana. Esta política provocó que los nacionalistas italianos le consideraran un enemigo. Además, el papado condenó los progresos científicos del siglo, como fue el caso del darwinismo y planteó como alternativa un rearme de la presencia de lo sobrenatural, a través de la promoción de la devoción a los santos y de las apariciones de la Virgen, como fue el caso de la de Lourdes. En la encíclica Syllabus Errorum de 1864, Pío IX declaraba que era erróneo que el pontífice pudiera y debiera reconciliarse y transigir con el progreso, el liberalismo y la civilización moderna.

En 1870 se inauguró en Roma el Concilio Vaticano I, convocado por Pío IX. El transcurso del Concilio fue agitado porque el estallido de la guerra franco-prusiana afectó a las sesiones y, por fin, la ocupación de Roma por las tropas del Piamonte obligó a suspenderlo definitivamente. Las expectativas creadas en torno al Concilio en relación a que podría adecuar la Iglesia a los cambios políticos, ideológicos y sociales producidos en el siglo XIX se frustraron. En el Concilio se aprobó el dogma de la infalibilidad del papa, es decir, la imposibilidad de que cometiera un error, ya que el Espíritu Santo iluminaba al pontífice cuando se pronunciaba sobre las verdades fundamentales de la religión católica. Pero, también, es cierto que algunos teólogos consideraron que la infalibilidad era contraproducente en las relaciones entre la Iglesia y los Estados.

En el año 1878 fue elegido papa León XII. En lo político se negó a aceptar la nueva situación italiana y exigió el reconocimiento de su soberanía sobre Roma. Esta postura contra el nuevo reino de Italia duró hasta 1929 cuando la Iglesia y el gobierno de Mussolini firmaron el Tratado de Letrán, por el que se creó el estado del Vaticano. El gran éxito diplomático del nuevo pontífice fue conseguir que Bismarck suavizara y terminara con la kulturkampf, es decir, la política contraria la Iglesia Católica en Alemania. En relación con Francia, el papa aconsejó a los católicos que colaborasen y aceptaran la III República, aunque esto no hizo cambiar la política laica de los republicanos. En 1885 publicó la encíclica en la que afirmaba que la Iglesia no se podía ligar a ninguna forma de gobierno, lo que suponía un cambio en la posición tradicional de la Iglesia.

León XIII intentó establecer puentes con otras confesiones, como la anglicana y la ortodoxa. Por otro lado, se preocupó de mejorar la formación del clero, la investigación científica de los católicos y promover la actividad de los misioneros.

Pero la gran aportación del papa León XIII tiene que ver con la cuestión social generada por las revoluciones industriales, y que había sido desatendida por la Iglesia o ante la que se había respondido con argumentos propios de la época del Antiguo Régimen. Algunos eclesiásticos comenzaron, en la segunda mitad del siglo XIX, a interesarse por los asuntos sociales y allanaron el camino para que cambiara la política de la Iglesia en esta materia. En este sentido, destacó el obispo de Maguncia, monseñor Ketteler. Estaba convencido que las soluciones a la cuestión social tenían que partir desde abajo y que el Estado debía, solamente, desempeñar un papel subsidiario. Para ello, impulsó la creación de organizaciones obreras.

Por fin, en 1891 el papa León XIII publicó la encíclica Rerum Novarum. En esta encíclica se trazaron las líneas fundamentales de la doctrina social de la Iglesia, condenando los excesos del capitalismo, pero también la lucha de clases. Defendía la existencia de la propiedad privada y rechazaba el socialismo porque lo consideraba erróneo y materialista La encíclica pretendía que se alcanzase la convivencia social a través de la justicia y la caridad como medios para solucionar los conflictos. El Estado debía garantizar los derechos de los más desfavorecidos, proteger el trabajo y promover una legislación social. Esta idea estaría en el origen del surgimiento de la democracia cristiana. Pero, además, la Iglesia promovió la creación de asociaciones y sindicatos católicos. El movimiento obrero consideró que la encíclica llegaba tarde y acusó a la Iglesia de oportunista, además de tachar de amarillistas a los sindicatos católicos.

Entre 1903 y el estallido de la Primera Guerra Mundial, la Iglesia Católica estuvo regida por Pío X, que planteó importantes cambios internos, especialmente, en lo relacionado con el derecho canónico. En lo político, se produjo un grave enfrentamiento con la República francesa, rompiéndose relaciones diplomáticas y provocando una ley de separación entre la Iglesia y el Estado en Francia. En esta época, un sector de intelectuales y teólogos demandó que la Iglesia se adaptara más a los nuevos tiempos, pero el papa condenó en 1907 estas opiniones al acusarlas de modernistas.

A pesar del retroceso que sufrió la religión en el siglo XIX y de los vaticinios de muchos pensadores sobre el negro futuro del catolicismo, la Iglesia Católica terminó la centuria encontrando nuevos caminos y adaptándose, en gran medida, a los cambios socioeconómicos y políticos, para afrontar retos en el futuro y seguir ejerciendo una indudable influencia en el mundo.

Entre 1903 y el estallido de la Primera Guerra Mundial, la Iglesia Católica estuvo regida por Pío X, que planteó importantes cambios internos, especialmente, en lo relacionado con el derecho canónico. En lo político, se produjo un grave enfrentamiento con la República francesa, rompiéndose relaciones diplomáticas y provocando una ley de separación entre la Iglesia y el Estado en Francia. En esta época, un sector de intelectuales y teólogos demandó que la Iglesia se adaptara más a los nuevos tiempos, pero el papa condenó en 1907 estas opiniones al acusarlas de modernistas.

El siglo XX abarcó desde el 1 de enero de 1901 hasta el 31 de diciembre de 2000. Fue un período de grandes cambios y acontecimientos a nivel mundial, marcados por conflictos bélicos, revoluciones, avances científicos y tecnológicos, y movimientos sociales.

Conflictos bélicos: Dos guerras mundiales, la Guerra Fría, la Guerra de Corea, la Guerra de Vietnam, entre otros.

Revoluciones: La Revolución Rusa, la Revolución Mexicana, la Revolución China, entre otras.
Avances científicos y tecnológicos:

La creación del automóvil, el avión, la televisión, los antibióticos, la energía nuclear, la informática, entre otros.

Movimientos sociales: El movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos, el movimiento por la liberación femenina, el movimiento estudiantil de 1968.

El siglo XX fue un período de contrastes, con momentos de gran esplendor y avances, pero también de grandes tragedias y conflictos. Fue un siglo que transformó la sociedad y la tecnología de forma radical y que sentó las bases para el mundo en el que vivimos hoy.

El siglo XX en Europa fue un período de profundos cambios y conflictos, marcado por dos guerras mundiales, el auge y caída del fascismo y el nazismo, la Guerra Fría y la posterior división del continente. Sin embargo, también fue un siglo de progreso económico, desarrollo tecnológico y transformaciones sociales significativas, incluyendo el auge del Estado de bienestar y la difusión de la democracia.

Características clave del siglo XX en Europa:
Dos Guerras Mundiales: La Primera Guerra Mundial (1914-1918) y la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) devastaron Europa, dejando profundas cicatrices en su economía, sociedad y paisaje político.

Ascenso y Caída de Totalitarismos: El siglo XX vio el ascenso de ideologías totalitarias como el fascismo y el nazismo, que llevaron a la opresión, la guerra y el genocidio.

Guerra Fría: Tras la Segunda Guerra Mundial, Europa quedó dividida por la Guerra Fría, con un bloque occidental capitalista y un bloque oriental comunista, cada uno alineado con las superpotencias de Estados Unidos y la Unión Soviética, respectivamente.

Transformaciones Económicas: Europa occidental experimentó un notable crecimiento económico y desarrollo del Estado de bienestar después de la Segunda Guerra Mundial, mientras que Europa del Este sufrió las consecuencias del comunismo.

Avances Sociales: El siglo XX también trajo consigo avances sociales importantes, como la emancipación de la mujer, el auge de la cultura modernista y la difusión de la política democrática.

Auge del Consumismo y la Cultura Popular: El siglo XX fue testigo del surgimiento del consumismo y la cultura popular, con la proliferación de la radio, el cine y la televisión como medios de comunicación de masas.

El Movimiento y sistema político comunista, desarrollados desde el siglo XIX, se basa en la lucha de clases y en la supresión de la propiedad privada de los medios de producción. Es una doctrina anarquista que considera imprescindible la desaparición del Estado y de la propiedad privada.

El socialismo es un Sistema de organización social y económica basado en la propiedad y administración colectiva o estatal de los medios de producción y distribución de los bienes. Como movimiento político intenta establecer, con diversos matices, el socialismo. Parte de la teoría económica y política del filósofo alemán K. Marx (1818-1883), que desarrolla los principios de igualdad política, social y económica de todos los seres humanos.

Descolonización: El siglo XX también fue el período de la descolonización de África y Asia, con la independencia de muchas colonias europeas.

La caída del Muro de Berlín, que tuvo lugar la noche del 9 al 10 de noviembre de 1989, marcó un punto de inflexión en la historia de Alemania y de Europa, simbolizando el fin de la Guerra Fría y la reunificación de Alemania. La apertura de fronteras y la posterior caída del muro fueron impulsadas por una serie de factores, incluyendo la presión popular en Alemania Oriental y la política de reformas de Mijaíl Gorbachov en la Unión Soviética.

Contexto:
División de Alemania: Tras la Segunda Guerra Mundial, Alemania quedó dividida en dos estados: la República Federal Alemana (RFA), occidental y democrática, y la República Democrática Alemana (RDA), oriental y bajo influencia soviética.

El Muro de Berlín: Construido en 1961 por la RDA, separaba Berlín Oriental de Berlín Occidental, convirtiéndose en un símbolo de la división del mundo en dos bloques ideológicos y militares.

Presión popular: En la RDA, la creciente insatisfacción con el régimen comunista llevó a numerosas manifestaciones y protestas, así como a un éxodo masivo de ciudadanos hacia la RFA a través de países como Hungría y Checoslovaquia.

En Ásia, la Revolución China, que abarca el periodo de 1911 a 1949, fue un proceso complejo con dos fases principales: la Revolución de 1911, que derrocó al Imperio y estableció la República, y la Revolución Comunista de 1949, que instauró la República Popular China. 
Fase 1: La Revolución de 1911 (Revolución Xinhai)
Contexto: Descontento popular con la dinastía Qing, pobreza, y el deseo de modernización ante el imperialismo extranjero.

Desarrollo: Revuelta en Wuchang que desencadenó la secesión de provincias y la proclamación de la República en 1912, con Sun Yat-sen como presidente provisional.

Consecuencias: Fin del Imperio, inicio de la República de China, pero también inestabilidad política, conflictos internos y la aparición de caudillos militares.

Fase 2: La Revolución Comunista de 1949 (Guerra Civil)

Contexto: Conflicto entre el Kuomintang (nacionalistas) y el Partido Comunista de China (PCCh), además de la invasión japonesa.

Desarrollo: Guerra civil entre 1927 y 1949 con una pausa para la lucha contra Japón. El PCCh, liderado por Mao Zedong, logró la victoria y proclamó la República Popular China en 1949.

Consecuencias: Consolidación del poder comunista, establecimiento de la República Popular China, y la huida del gobierno nacionalista a Taiwán.

La Revolución Cultural, fue un movimiento sociopolítico que acaeció en China desde 1966 hasta 1976.Iniciado por Mao Zedong, entonces líder del Partido Comunista Chino, su objetivo declarado era preservar el comunismo chino mediante la eliminación de los restos de elementos capitalistas y tradicionales de la sociedad china, y reimponer el pensamiento de Mao Zedong (conocido fuera de China simplemente como maoísmo) como la ideología dominante dentro del Partido. La Revolución marcó el regreso de Mao a una posición de poder después de los fracasos del Gran Salto Adelante, período durante el cual murieron aproximadamente 30 millones de personas en lo que se conoce como la Gran hambruna china.​

El movimiento se inició en mayo de 1966, después de que Mao alegara que elementos burgueses se habían infiltrado en el gobierno y en la sociedad en general, con el objetivo de restaurar el capitalismo. Para eliminar a sus rivales dentro del Partido Comunista de China (PCCh), Mao insistió en que los revisionistas fueran eliminados mediante la lucha de clases violenta. Los jóvenes chinos respondieron al llamado de Mao formando grupos de la Guardia Roja en todo el país. El movimiento se extendió al ejército, a los trabajadores urbanos y al propio liderazgo del Partido Comunista.

En cuanto a la Unión Soviética, ésta dejó de existir oficialmente el 25 de diciembre de 1991, tras la dimisión de Mijaíl Gorbachov como presidente. Este evento marcó el fin de la URSS, que fue reemplazada por un conjunto de quince estados independientes. La disolución se aceleró por una combinación de factores, incluyendo reformas políticas y económicas fallidas, el auge del nacionalismo en las repúblicas y un intento de golpe de estado fallido. Se adoptó de nuevo la ortodoxia cristiana como religión oficial de Rusia y las demás naciones surgidas de la URSS.

Quince nuevas naciones independientes surgieron de las ruinas de la Unión Soviética.

Cambios económicos: Las repúblicas de la URSS se embarcaron en reformas económicas hacia economías de mercado, con resultados diversos.

Desafíos políticos: La transición a la democracia y la estabilidad política fueron difíciles para muchos de los nuevos estados, que enfrentaron conflictos étnicos y luchas por el poder.

La división de Corea fue un suceso histórico que, en el contexto de la Segunda Guerra Mundial y de la Guerra Fría, llevó a la fragmentación de la península de Corea en dos Estados soberanos, Corea del Norte y Corea del Sur, cuya frontera se fijó en el paralelo 38° por un acuerdo entre la Unión Soviética y los Estados Unidos.​

Historia: Por idea del general estadounidense Douglas Mac Arthur, en octubre de 1943 los jefes de Estado de Estados Unidos y la URSS se reunieron en Moscú y acordaron que la URSS declararía la guerra a Japón una vez que hubiera terminado el conflicto bélico en Alemania. Esta decisión venía auspiciada por la creencia de que el Imperio japonés era más vulnerable por el norte, en Manchuria y Corea, que por el sur, en Filipinas, donde estaba ganando las batallas.​

El 8 de agosto de 1945 (dos días después del primer bombardeo atómico a Japón en Hiroshima por parte de los EE. UU.), la URSS declaró la guerra a Japón y, al día siguiente, 9 de agosto de 1945, atacó la península de Corea por el norte. Esta decisión alarmó a los Estados Unidos que, tras los bombardeos atómicos sobre Japón (asegurando con ello la pronta rendición japonesa), ya no estaban tan interesados en la entrada de la Unión Soviética en la guerra. El 10 de agosto de 1945 (un día después del segundo bombardeo atómico a Japón en Nagasaki), Estados Unidos envía tropas a Busan, al sur de la península coreana. Corea, por su parte, contaba con una guerrilla de ideología comunista que se enfrentaba a Japón y apoyaba las medidas de la URSS. Las tropas estadounidense también fueron bien recibidas a su desembarco en Busan, al sur.


Religión y ciencia I

Partiendo de la idea de que la religión es única y define unas reglas morales con respecto al comportamiento humano. Estas creencias, con la experiencia, la observación del entorno y las interacciones sociales han hecho creer en la existencia de deidades (asociadas a elementos de la naturaleza terrestre ó de astros y/o figuras humanoides que con la idea del bien y el mal, se les ha otorgado el poder de castigar o premiar. La superstición ha hecho que el trato entre seres divinos y hombre pasara de preguntar ayuda y orientación para sus quehaceres diarios a realizar prácticas rituales dando muerte a animales ó humanos, con el objeto de conseguir favores de tales divinidades. ¿Quién no conoce a alguien (católico) que, en sus oraciones, no ofrece algún sacrificio (dejar de comer dulces, no realizar sexo, hacer algo que le cuesta esfuerzo en favor de otras personas, ya sea, por ejemplo ayuda personal o monetaria) a cambio de mejorar en su vida? De la interacción con la religión, con el tiempo, y experiencias con deidades diversas, han surgido ideas de magia y lo sobrenatural.

Existieron tres grandes bloques de religiones politeístas: En Ásia con el Hinduísmo, en Egipto (que influyó en Babilonia, Grecia, Roma y Persia) y en América con la cultura maya y el mundo celta en casi toda Europa.

Las religiones celtas eran politeístas y se practicaban en Europa durante la Edad de Hierro. Los antiguos celtas consideraban sagrados ciertos lugares como manantiales, fuentes de ríos y bosques, que eran fundamentales en sus rituales y creencias. Aunque la falta de registros históricos complica el estudio de sus deidades y prácticas, la arqueología y las narraciones de autores clásicos han permitido reconstruir aspectos de su religión, incluyendo sus dioses principales y sitios sagrados. En el contexto celtibérico, se han documentado detalles sobre sus ritos y creencias a través de textos antiguos y hallazgos arqueológicos.

Las bases del hinduísmo son El hinduismo es una de las religiones con más seguidores del mundo. Surgió en el subcontinente indio a partir de la religión védica desarrollada en torno al 1500 a. C. y es actualmente una de las religiones más complejas y diversas. El hinduismo carece de un cuerpo único y estructurado de creencias y de prácticas, contiene interpretaciones politeístas, monoteístas y panteístas, y constituye en gran medida una filosofía de vida.

El hinduismo es la religión mayoritaria en la India, Nepal, Mauricio y la isla de Bali (en Indonesia) y cuenta con más de mil millones de fieles en todo el mundo, muchos de ellos en países como Bangladés, Pakistán, Sri Lanka, Malasia, Myanmar, Estados Unidos y el Reino Unido. Además, muchas prácticas hindúes se difundieron por Occidente a lo largo del siglo XX sin que sus practicantes se adhieran necesariamente al hinduismo, como el yoga.

El hinduismo no es una religión uniforme con una sola estructura jerárquica y organizada, sino un conjunto diverso de prácticas y creencias que suelen centrarse en ideas como la espiritualidad, el dharma (la ley que dicta las conductas correctas), el karma (la energía derivada de los actos de una persona)y el samsara (la reencarnación). Tampoco tiene un fundador histórico ni un líder religioso ante los fieles de todo el mundo, ni hay una iglesia hinduista equiparable a la Iglesia católica.

Sin embargo, existen templos hindúes (llamados mandires), se realizan rituales o peregrinaciones y se veneran deidades (una o varias, según la corriente). Algunas de las principales divinidades hindúes son Brahma, Shiva, Visnú (y sus avatares Krishna o Rama), Ganesha, Kali y Devi. Algunos ritos o enseñanzas quedan a cargo de sacerdotes o guías espirituales y son frecuentes las prácticas de meditación y el vegetarianismo (de hecho, las vacas son consideradas sagradas).

Para el hinduismo, además, son sagrados algunos antiguos relatos épicos y mitológicos, como el Ramayana y el Mahabharata, y diversos textos rituales o filosóficos. Sin embargo, solo se reconoce el carácter de revelación eterna a los Vedas (textos litúrgicos compilados a lo largo de los siglos, cuyas composiciones más antiguas datan probablemente de 1500 a. C.).

El taoísmo es una filosofía y religión originaria de China siglo VI a.c., que se centra en vivir en armonía con el Tao, que se traduce como "el camino" o "la vía". Esta tradición, atribuida a c, se desarrolló a partir de la religión popular y ha influido en la vida cultural, social y espiritual de Asia y Occidente durante milenios. El taoísmo abarca una variedad de prácticas y creencias, promoviendo la idea de seguir el flujo natural de la vida y actuar de manera espontánea en armonía con el universo.

Hay un flujo en el universo que se llama tao. El tao fluye lentamente, pero nunca para, manteniendo las cosas del universo en orden y equilibrio. Se manifiesta a través de cambios de estaciones, ciclos vitales o mutaciones de poder u orden. El tao es la ley de todo. El que sigue al tao se hace uno con el tao. Además, conviene comprender el chi (término chino para ‘vapor, aliento o energía’), porque el chi y el tao van de la mano, ya que el chi es la energía que circula en el universo, por lo que se puede decir que el tao es flujo de chi.


El budismo es una religión y filosofía espiritual que surgió en la India entre los siglos VI y IV a.C., basada en las enseñanzas de Siddhartha Gautama, conocido como Buda. Se caracteriza por buscar el nirvana, un estado de paz y libertad que se logra al superar el sufrimiento (dukkha) y el ciclo de renacimientos (samsara). El budismo no es teísta, lo que significa que no se centra en un dios todopoderoso, sino en la búsqueda de la paz, la armonía y el equilibrio en la vida (clave para conseguirlo es seguir el texto que se define por "octuple sendero" que describe la conducta a seguir). Actualmente, es la cuarta religión más grande del mundo y tiene diversas ramas y prácticas que se han desarrollado a lo largo del tiempo.

La religión en la antigua Roma ocupa un lugar fundamental en la historia de la civilización romana, no solo por su influencia en la vida cotidiana de los ciudadanos, sino también por su interacción con otros aspectos sociales, políticos y culturales. Desde los tiempos de la fundación de Roma en el 753 a.C., hasta la expansión del Imperio Romano y el eventual establecimiento del cristianismo como religión oficial, el panorama religioso experimentó transformaciones significativas que reflejan el dinamismo de la sociedad romana. Entre las principales deidades destacaban Júpiter, dios del cielo y rey de los dioses; Juno, diosa del matrimonio y esposa de Júpiter; y Marte, dios de la guerra, quien también se consideraba protector de Roma.

Con el transcurso del tiempo y la expansión territorial de Roma, las influencias de otras culturas fueron prevalentes, siendo la más notable la griega. A medida que Roma conquistaba tierras en Grecia y otras regiones del Mediterráneo, adoptó y adaptó muchos de los mitos y dioses griegos, integrándolos en su propio panteón. Por ejemplo, Zeus se convirtió en Júpiter, y Atenea fue asimilada como Minerva.

La figura de Jesús, su vida y muerte impulsó el cristianismo que practicaban sus seguidores. El cristianismo se extendió por todo el imperio romano temprano, a pesar de las persecuciones debido a conflictos con la religión del estado (el paganismo). En 313, las persecuciones se redujeron a causa de la legalización del cristianismo por parte del emperador Constantino I. En 380, bajo el emperador Teodosio I, el cristianismo se convirtió en la religión oficial del Imperio romano por el decreto del emperador, que persistiría hasta la caída del Imperio de Occidente, y más tarde, con el Imperio romano de Oriente, hasta la caída de Constantinopla. Durante este tiempo (el período de los Siete Concilios Ecuménicos) se consideraron cinco patriarcados (jurisdicciones dentro de la Iglesia católica) según Eusebio: Roma, Constantinopla, Antioquía, Jerusalén y Alejandría, conocido como la Pentarquía.

Después de la destrucción del Imperio romano de Occidente, la Iglesia en Occidente fue un factor importante en la preservación de la civilización clásica, estableciendo monasterios, y los misioneros que envían para convertir a los pueblos del norte de Europa, en cuanto a Irlanda en el norte, aunque se cultivó la influencia del arrianismo que es una doctrina religiosa cristiana fundada por Arrio, un presbítero de Alejandría de principios del siglo IV d.C. que se caracterizó por negar la condición divina entre Jesús y Dios. En este sentido, el arrianismo no cree en la trinidad Padre, Hijo, Espíritu Santo.

El catolicismo es la rama más numerosa del cristianismo, con aproximadamente 1390 millones de seguidores en todo el mundo. Se basa en las enseñanzas de Jesucristo y en la tradición apostólica, considerándose a sí mismo como la única comunidad cristiana que deriva de la iglesia encomendada por Cristo al apóstol San Pedro, cuyo sucesor es el papa. Esta religión tiene sus orígenes en el siglo I d.C. y se caracteriza por su estructura jerárquica, donde el papa es la máxima autoridad. Además, el catolicismo enfatiza la importancia de los sacramentos, la liturgia y la interpretación de la Biblia en la vida de sus fieles.

El catolicismo se basa en la creencia en un único Dios, en el dogma según el cual Jesucristo es el Hijo de Dios y especialmente en los evangelios que tratan la vida de Jesús.

La Iglesia ortodoxa se considera la heredera de todas las comunidades cristianas de la mitad oriental del Mediterráneo,​ reclamo no aceptado por las Iglesias ortodoxas orientales. Su doctrina se estableció en una serie de concilios, de los cuales los más importantes son los siete «concilios ecuménicos», que tuvieron lugar entre los siglos IV y VIII. Tras varios desencuentros y conflictos, el 16 de julio de 1054 la Iglesia ortodoxa y la Iglesia católica se separaron en el llamado «Cisma de Oriente y Occidente».

Tras caer el imperio romano de occidente el imperio de oriente sigue fuerte entorno a Constantinopla.
El cristianismo ortodoxo se difundió por Europa Oriental gracias al prestigio del Imperio bizantino y a la labor de numerosos grupos misioneros.

En este imperio se funda la Iglesia ortodoxa, formalmente llamada Iglesia católica apostólica ortodoxa, es una comunión cristiana, cuya antigüedad, tradicionalmente, se remonta a Jesucristo y a los doce apóstoles, a través de una sucesión apostólica nunca interrumpida. Cuenta con entre 225 y 300 millones de fieles en todo el mundo.

La Iglesia ortodoxa está constituida por catorce o, según algunas de ellas, quince Iglesias autocéfalas, las cuales, aunque mantienen entre sí la unidad doctrinal y sacramental, son gobernadas por una jerarquía independiente encabezada por un patriarca, arzobispo o metropolitano (por ejemplo, el patriarca de Alejandría, de Antioquía, de Jerusalén, etc.) que hace de autoridad suprema en su propia Iglesia, reconociendo un primado de honor al patriarca de Constantinopla.

El término «sintoísmo» significa «camino de los dioses» y es la religión más antigua de Japón. Los conceptos clave del sintoísmo son la pureza, la armonía, el respeto familiar y la subordinación del individuo al grupo.

A diferencia de muchas otras religiones, el sintoísmo no tiene un fundador reconocido. Los pueblos del antiguo Japón tenían creencias animistas desde hacía mucho tiempo, adoraban a los antepasados divinos y se comunicaban con el mundo de los espíritus a través de chamanes; algunos elementos de estas creencias se incorporaron a la primera religión reconocida que se practicó en Japón, el sintoísmo, que comenzó durante el periodo de la cultura Yayoi (hacia el 300 a.C.-300 d.C.). Por ejemplo, se atribuyó divinidad a ciertos fenómenos naturales y accidentes geográficos. Los más evidentes son la diosa del sol Amaterasu y el dios del viento Susanoo. Los ríos y las montañas eran especialmente importantes, sobre todo el monte Fuji, cuyo nombre deriva del nombre ainu «Fuchi», el dios del volcán.

En el sintoísmo, los dioses, espíritus, fuerzas sobrenaturales y esencias se conocen como kami , y se cree que gobiernan la naturaleza en todas sus formas y habitan en lugares de especial belleza natural. Por el contrario, los espíritus malignos o demonios (oni) son en su mayoría invisibles y algunos se representan como gigantes con cuernos y tres ojos. Su poder suele ser temporal y no representan una fuerza maligna inherente. Los fantasmas se conocen como obake y requieren ciertos rituales para alejarlos antes de que causen daño. Algunos espíritus de animales muertos pueden incluso poseer a los humanos, siendo el peor el zorro, y estos individuos deben ser exorcizados por un sacerdote.

El Islam es una religión monoteísta que se originó en la península arábiga en el siglo VII d.C. Su fundador, el profeta Mahoma, recibió revelaciones divinas que se recopilaron en el Corán, considerado la palabra de Dios. El Islam enseña que Dios es único y misericordioso, y sus seguidores, conocidos como musulmanes, se identifican principalmente con dos ramas: el islam sunita y el islam chiita. Es una de las religiones más grandes del mundo, con millones de fieles distribuidos en diferentes países.
Los eruditos islámicos definen al islam como: «La sumisión a Dios el Altísimo a través del monoteísmo, la obediencia y el abandono de la idolatría», es decir, la versión completa y universal de una fe primordial que fue revelada muchas veces antes a través de profetas como Adán, Abraham, Moisés y Jesús. Los seguidores del islam se denominan musulmanes. Creen que Mahoma es el último de los profetas enviados por Dios y sello de la Profecía. El libro sagrado del islam es el Corán,​ que según los musulmanes fue dictado por Alá a Mahoma a través del arcángel Gabriel y es considerado por ellos, escrito en árabe, como la revelación final e inalterada de Dios.

El Renacimiento italiano fue un período de grandes cambios y logros culturales, marcado en Italia por una orientación clásica y un aumento de la riqueza a través del comercio mercantil. La ciudad de Roma, el Papado y los Estados Pontificios se vieron afectados por el Renacimiento. Por un lado, fue una época de gran mecenazgo artístico y magnificencia arquitectónica, donde la Iglesia apoyó a artistas como Miguel Ángel, Brunelleschi, Bramante, Rafael, Fra Angélico, Donatello y Leonardo da Vinci.

El Concilio de Constanza en 1413 confirmó el fortalecimiento de la concepción medieval tradicional de iglesias e imperios. No abordó las tensiones nacionales o las tensiones teológicas que se habían suscitado durante el siglo anterior. La agitación histórica suele dar lugar a muchas ideas nuevas sobre cómo debe organizarse la sociedad. Este fue el caso que llevó a la Reforma Protestante. Tras el colapso de las instituciones monásticas y el escolasticismo en la Europa medieval tardía, acentuado por el «cautiverio babilónico» del papado de Aviñón, el Gran Cisma y el fracaso del movimiento conciliar, el siglo XVI vio el fomento de un gran debate cultural sobre las reformas religiosas y, más tarde, los valores religiosos fundamentales

El protestantismo en un proceso que se denomina la Reforma protestante. Desde entonces, los protestantes niegan el primado del apóstol Pedro y por consiguiente la sucesión apostólica de los obispos de Roma y la eficacia de los sacramentos.​ Los protestantes creen en el sacerdocio de todos los creyentes, la salvación solamente por la fe y no por las buenas obras, y la autoridad suprema de la Biblia por encima de la tradición apostólica.
El anglicanismo es una rama del cristianismo que se originó en Inglaterra en el siglo XVI durante la Reforma Protestante. Fue establecido por el rey Enrique VIII, quien rompió con la Iglesia Católica Romana y fundó la Iglesia de Inglaterra, convirtiéndose en su líder supremo, en lugar del papa de Roma. El anglicanismo se caracteriza por su combinación de elementos de la tradición católica y la reforma protestante, y se organiza en una comunión de iglesias que están en plena comunión con el arzobispo de Canterbury.

En el siglo XVIII las ideas ilustradas pero, sobre todo, los procesos revolucionarios y el triunfo del liberalismo en Europa tuvieron un claro impacto sobre las creencias religiosas en el siglo XIX. En Europa occidental comenzó a extenderse la idea de que la religión era un asunto personal que no tenía por qué encuadrarse en la pertenencia a una determinada confesión o iglesia. La indiferencia religiosa aumentó entre la población europea durante el siglo XIX, aunque las confesiones religiosas mantuvieron su peso en el mundo rural. Los cambios revolucionarios impactaron fuertemente en las confesiones religiosas, especialmente en la Iglesia Católica, que vio como los nuevos Estados liberales menoscabaron su poder económico -desamortizaciones de sus propiedades- y sus privilegios. Por otro lado, el Estado liberal se atribuyó funciones que en el Antiguo Régimen desempeñaba fundamentalmente la Iglesia, como la educación y la asistencia social. Este proceso supuso una evidente secularización de la vida política y social en Europa. También, creció el anticlericalismo, es decir, el pensamiento completamente contrario a la Iglesia Católica y que, en algunos momentos, derivó en acciones violentas.

Trabajo y conciliación familiar

 Texto en construcción.

lunes, 23 de junio de 2025

Las rameras y su realidad social

Las rameras se establecen en la sociedad con un estatus social relacionado con el morbo, el atrevimiento, lo prohibido, lo  tabú, y una complicidad entre el deseo y una necesidad que surge, a veces, porque la educación, cultura y entorno social particulares la acostumbró a ejercer de ramera y con la necesidad de sanear la economía personal se decide a ejercer libremente ó en el peor de los casos: por obligación y sometimiento por parte de un prosoneta y/ó mafia relacionada con la prostitución.

De cualquiera de las formas, la sociedad califica a las ramera menospreciándolas y el sector femenino la entiende como un abuso por parte del hombre a mujeres que pueden ser incluso "contrincantes" y los hombres, por su masculinidad (a veces no comprendida y bien llevada en equilibrio) ó por haber sido cliente alguna vez, ven mayormente en las rameras un mal necesario aunque entienden que una sociedad ideal no necesitaría de ellas.

Hablando de la situación legal de las rameras (en España, por ejemplo), nuestra opinión es que se prohíba y se penalice la prostitución en prostíbulos y piso u otros locales de alterne (o no) donde el prosenetismo sea apoyado, y la mujer no sea libre en el ejercicio del uso de su cuerpo. De la misma forma entendemos que las mujeres que deseen ejercer porque lo sienten natural, aunque a veces pueda verse sólo la necesidad económica, debería regularse profesionalmente la figura de ramera ó gigoló, los cuales sólo pudiendo ejercer en sus casa u hostales-hoteles.

 ¿Cómo puede regularse? Entendiendo que puede permitirse (espero que algún día pronto) un contrato parcial ó total (en horario continuo) compatible con una labor según la figura del trabajador autónomo (pagando una cuota menor, por ejemplo 60 €); podría favorecerse esta posibilidad de regulación de la situación profesional de la ramera ó gigoló, aunque se permita ser autónomo a tiempo completo sin otro tipo de ingresos si así se desea; de todas formas se debería favorecer e incentivar la figura del autónomo en compatibilidad con otro trabajo ya que ayuda a la autoestima personal, social y en previsión de poder abandonar tal profesión, cuando sea posible por parte de la ramera o gigoló. Se debería posibilitar una concepción de la profesión con la necesidad de un estado físico en buena forma física y con conocimientos de biología e estética que favorezcan un uso higiénico y saludable en sus servicios.

Favorecer la presencia de fotos sensuales y desnudos en internet junto con vídeos eróticos-porno bajo plataformas de pago estos últimos debe ser necesario y con un control de acceso mediante identificación bajo una figura de cliente con identificación de usuario y contraseña por un tiempo de acceso limitado. Con esto y obligando a escenas donde se respete la identidad y derecho a sentir la sensualidad por parte de las mujeres, que muchos vídeos denigran y anulan poniendo foco y gran énfasis en la violencia de las fricciones en vagina mediante la penetración y en la eyaculación final.

Entendemos que se deben promover vídeos que muestren complicidad y sensualidad como la plataforma de vídeos eróticos-porno x-art, aunque la conducta sexual que se muestra, a nuestro parecer, no sea la ideal pero supone mostrar una conducta adecuada para los tiempos que vivimos pensando en una transición a un conocimiento más consciente y apropiado a la peculiaridad espiritual del ser humana.

Que puedan verse fotos sensuales de desnudos y desnudas o/y vídeos porno-eróticos, con l particularidad aquí observada es un avance para las sociedad moderna, permitiendo saciar la curiosidad de jóvenes adolescentes que necesitas satisfacer sus preguntas e incluso saciar la necesidad de adultos que, por forma de ser les cuesta relacionarse y pedir a alguien atractiv@ una relación esporádica o solucionar causas de frustración entre parejas. 

Si los vídeos se ofrecen a público adulto, y las fotografías de desnudos sensuales ó mujeres y hombres masturbándose a partir de los 15 años (aunque cabe decir que los hombres no saben masturbarse dado que no respetan, por costumbre establecida una conducta sexual sana), podría ser una escalabilidad social en la información sexual que permitiría conducir correctamente las necesidades de adolescentes y adultos jóvenes según crecimiento psíquico, en equilibrio emocional contando con una educación que aporte efectos sociales, emocionales a la juventud como lo expresado en https://tener-una-buena-salud.blogspot.com/2025/06/equilibrio-social-desarrollo-economico.html porque, desde nuestro punto de vista, es correcto, leal y digno para el crecimiento emocional, mental de las personas y dan solución a grandes problemas en la sociedad actual y que responden a necesidades de cubrir y defender derechos que la constitución recoge y que las políticas no respetan, algo que es necesario para el equilibrio y bienestar social de la población.

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Religión y ciencia IV

En política, durante los siglos XX en transición al XXI, en cuanto que el término transición se refiere a los cambios de régimen, es decir, ...